Siempre le doy vueltas a tres enigmas desde que tengo uso de razón (más o menos):
1. Qué es y qué implica el Universo: Sus límites, sus estructuras, su «realidad», su finitud/infinitud…
2. Qué es la vida: Qué pasa para que demos el paso de la materia a la vida…
3. Qué es la mente, espíritu…
La mente… el espíritu, la consciencia… hace tiempo que tengo la certeza de que la consciencia es fruto de la sobrecomputación del cerebro. Cuando nuestros circuitos neuronales cubren todas nuestras necesidades neurológicas para controlar nuestras actividades (conscientes o inconscientes), la computación sobrante, ociosa, se dedica a reflexionar sobre aspectos no ligados a la supervivencia… En ese momento, como propiedad emergente, la potencia de cálculo del cerebro se dedica a representarse mentalmente a si mismo, a reflexionar y aparece la consciencia.
La mente, o espíritu, es un paso englobador de un nivel más elevado. Y tengo la intuición de que son simples estructuras físicas que mantienen diferentes estados mentales. Estados mentales que son fruto de dos variables ligadas: La conformación estructural de los circuitos y las propiedades físicas de los elementos químicos que circulan. Estos elementos quimicos vienen determinados genotípicamente y, en parte, fenotípicamente, marcando el carácter previo genético la velocidad, la conformación de la circuitería, la facilitación del paso de determinados componentes…
¿Qué implica esto? Que desapareciendo la estructura desaparece la función. La mente solo es una distribución espacial de diferentes componentes físicos y elementos químicos circulando. La distribución espacial se genera a partir de las indicaciones genéticas y de la experiencia y vivencias.
¿Triste o desesperanzador? No, es igual que pasar de la Tierra como centro del Universo al Heliocentrismo. Pero lo deberemos aceptar como la teoría que mejor explica la actividad mental y escapar de la dualidad mente-cuerpo.
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